Tengo diálogos a diario, con personas que a manera de ejercicio, me motivan a esforzarme en pensar y analizar nuestra actual coyuntura.

Debo confesar (sí, me confieso), que los aguerridos son mis preferidos, aquellos que dicen no serlos, pero que finalmente citan a Marx; de Hernando De Soto expresan: es un “dinosaurio”, no precisamente por su edad, sino por sus ideas, olvidando que “El Capital” fue escrito hace más de 150 años y en propias palabras, intentaba “comprender una época y con ello terminarla”, la burguesía era la representación de una sociedad de clases, con cuyo final le darían paso a una nueva era, donde el comunismo aboliera una sociedad caduca.

Carl Marx en su intento por analizar la economía, confundió los conceptos capitalistas y políticos; es cierto, el trabajador vende su trabajo (al capitalista) y por ello recibe un pago, cuya diferencia entre lo realizado y lo percibido, dista mucho de ser algo equitativo.

La diferencia que abona a favor del capitalista, desde su punto de vista, debe ser onerosa, la que en muchos casos, no es precisamente justa, visto, desde la óptica del trabajador, que es quien finalmente “entiende”, genera las ganancias.

Quien hizo la inversión, ve la manera de redituarse, maximizando la brecha de su ganancia, pero esto se entiende como una explotación al trabajador y ello conllevará a la rebelión que supone derrocará al capitalismo.

Al pensar que el trabajo, era la única fuente valorable, Marx comete un gran error; el capitalismo funciona por su constante en la inversión y progreso tecnológico, mas no por la explotación del asalariado; si subestimas la verdadera riqueza, si no se valora la innovación tecnológica, el espíritu inversor empresarial, la inventiva emprendedora, cualquier análisis que se haga de manera sesgada, nos llevará a la conclusión inequívoca del desfase en la teoría que intenta ser la abanderada de la clase oprimida-trabajadora.

Todo proceso conlleva a un tiempo de desarrollo y adecuación, la tecnificación de la producción, produjo una reducción en los costos y horas de trabajo, lo que devino en una mejora salarial y tiempo disponible para otras actividades, lo que contribuye al progreso de quienes están involucrados en el proceso.

El triunfo del capital, debe ser visto como un llamado de atención a aquellos que se rasgan las vestiduras, impulsando revoluciones, que sin eco, pretenden virar hacia el asistencialismo, dejando entrever que el estado es el único responsable de los destinos de un país; por el contrario, la unión que se requiere para superar dificultades, radica en sus gentes, sus empresas, sus inversiones, sus emprendimientos.

Tensiones que generan desasosiego, siempre estarán presentes, las diferencias sociales son una constante propia, producto del conformismo, quien lucha por su porvenir, de seguro será gratificado con la alegría que significa ser exitoso. El éxito, no se mide por lo mucho o poco que se obtenga, sino por la felicidad que se obtiene del logro conseguido.